Como este año no escribí carta a los Reyes Magos, pensé que seria buena idea para que me tuvieran en cuenta, darles la bienvenida a sus Majestades con un pastel de calabaza. Aunque estaba muy muy bueno, ni Melchor, ni Gaspar, ni Baltasr, ni ninguno de sus ayudantes conocidos me dejaron regalos. Yo busqué desesperadamente por toda la casa. Hasta me asomé al balcón! pero...tampoco había ningún regaliko; solo encontré un montón de hojas secas que me recordaron que tenia que volver por allí en otro momento.
INGREDIENTES: Para 16 moldes de 8 centímetros de diámetro o para un molde de 1 litro y medio de capacidad.
3 huevos
125 g de queso cremoso
1/2 cucharadita de canela en polvo
1/2 de jengibre
una pizca de sal y otra de clavo en polvo
3 cuharaditas rasas de levadura
ralladura de medio limón
1 bote pequeño de leche condensada
Usando la medida del bote:
1/2 bote de aceite suave
1/2 bote de harina
1 bote de azúcar blanco
Engrasa bien los moldes, corta un papel de horno a la medida del fondo de cada recipiente. Engrásalo también y adáptalo.
Bate con la batidora todos los ingredientes menos la harina y la levadura. Tamiza la harina junto con la levadura e incorpórala a la masa.
Hornea a 160º en el medio del horno.
Si has usado el molde grande, una hora de horno aproximadamente y 10 minutos con el horno apagado, será suficiente.
Si los moldes son pequeños, de 20 a 30 minutos.
Comprueba en ambos casos con un palillo si se ha horneado bien el pastel. Deja enfriar a temperatura ambiente.
Disfruta este pastel con una crema de nata montada y queso cremoso.
Proporciones: por cada 200 g gramos de nata (35% M.G) utiliza 2 cucharadas de azúcar. Monta la nata bien fría con el azúcar.
Mezcla 100 g de queso cremoso con 50 g de azúcar glas, utiliza la varilla manual.
Integra la nata y el queso suavemente. Enfria y decora el pastel.